miércoles, 6 de agosto de 2008

ANIMALES DOMESTICOS






El BIRMANO
Cuando nace un bebé Birmano su peso oscila entre los 90 y 100 gramos. De mayores tampoco puede decirse que sean gatos enormes. Las camadas de estos gatos no son muy numerosas, normalmente nacen 3 ó 5 gatitos. De todas maneras, las hembras birmanas son madres ejemplares y tienen mucha leche para amantar a sus crías quienes, aprovechando la circunstancia, destetan tardíamente.
El Birmano tiene un repertorio limitado de pelajes. Predomina el cebellino, después está el azul, el chocolate y los lilas.
También hay otros colores, pero se presentan con muy poca frecuencia. Da das las posibilidades genéticas de los padres, los gatitos de una misma camada pueden nacer de colores distintos, lo cual es un regalo para el criador.
Los colores del recién nacido no son puros del todo, pues varían con el desarrollo del animal. Así los bebes "cebellinos" nacen de color visón claro y lo mismo les ocurre a los azules, si bien en menor intensidad.
Es hacia los nueve días cuando la nariz y las almohadillas plantares empiezan a cambiar de color. Los gatitos lilas y los chocolates nacen todos blancos como los siameses y empiezan a adquirir color a partir de los ocho días. Los adultos tienen un pelo sedoso forrando a un cuerpo atlético, con menos tonos de contraste que el siamés y más oscuro en las extremidades. El color más destacado es el "cebellino" tirando a marrón cálido con claros. Pero también se presenta en colores tan refinados como: azul, chocolate, lila, rojizo, crema y, en menor medida, carey. Los ojos son dorados o amarillos. La morfología del Birmano está sometida a dos exigencias: la de los británicos, a los que le gusta un tipo sustancioso y triangular; y la americana, que prefiere formas más redondeadas y rechonchas en las que destaca un pequeño hocico corto. No obstante, la tendencia actual busca unir la belleza al tipo suavizo característico de los americanos.

El BENGALÍ
El Bengalí debe parecerse lo más posible a una fiera y, en contrapartida, tener el carácter dócil, el que corresponde a un gato doméstico. En cuanto a los pormenores físicos, cabe señalar que debe ser bastante grande y con una osamenta fuerte y bien constituida.
Los machos son más grandes que las hembras. Pesan aproximadamente siete kilos mientras las hembras sólo pesan tres y medio por lo general. La cabeza de el Bengalí es alargada y con los contornos bien redondeados.
La cabeza es pequeña en comparación con el resto del cuerpo, pero esta diferencia de tamaño no es visible a primera vista. Los machos adultos pueden tener carrillos. El perfil está ligeramente curvado desde la frente hasta la nariz. Tienen un morro largo y acentuado. La piel de la nariz, por su parte, tiene que ser prominente. Las orejas son medianas tirando a pequeñas. La base es alargada, mientras mientras que los extremos están bien redondeados. Vistas de perfil, la punta se ve caída un poco hacia delante. Los ojos son ovalados o en forma de almendra y están bien distanciados. En función del color del manto, pueden ser desde azul, azul turquesa o verde color oro.
El cuerpo del Bengalí es alargado. Es un gato de talla mediana, o como mucho, grande más que pequeña. Como es bastante fuerte, especialmente los machos, el cuello, que es bastante largo, es fuerte y bien silueteado. La cola se caracteriza por su expesura. Tiene una longitud bastante larga y se afila en el extremo, si bien el contorno de su último tramo sigue una forma redonda. Las patas, que son medianas de tamaño, son ligeramente más altas en la parte posterior. Los pies, por último, son redondos.

El MAINE COON
El Maine Coon es, sobre todo un gato enorme. Los ejemplares machos pueden llegar a pesar 8 Kg. y unos 4 ó 5 Kg. las hembras. Pero conviene no dejar de lado su morfología: la forma de la cabeza, su cuerpo, su típico pelaje. Y, por supuesto su comportamiento tan particular.
En sus inicios, el Maine Coon no tenía todavía ese porte tan espectacular con el que se le conoce hoy en día. Bien es cierto que ya era un gato fuerte, peludo y perfectamente adaptado a las difíciles condiciones de vida del el noroeste de los EE.UU. y sobretodo un buen cazador. Pero su cabeza era menos larga y más redondeada que la de hoy en día; su pelaje era más poblado y la raza era más heterogénea. Desde entonces el Maine Coon ha evolucionado mucho.
El Maine Coon actual es un gato con un fuerte esqueleto y de gran musculatura. Su zona pectoral es grande, sus patas son espesas y largas, su cola es una de las más largas de la especie felina doméstica. No es fácil concretar las medidas de las diferentes partes del cuerpo del Maine Coon.
Incluso respecto al peso no existe ningún estándar marcado, sólo se recomienda que el peso de be ser lo mayor posible pero sin que ello ocasione problemas de salud al animal.
Algunos gatos machos enteros, llega a alcanzar los 9 ó 10 Kg. Actualmente, el Maine Coon en Estados Unidos sólo alcanza los 6 Kg.
El Maine Coon tiene un aspecto muy especial, pero además, debe cautivar la atención y debe parecer lo más despierto posible. Sus ojos son grandes, ovalados y colocados en oblicuo. Todos los tonos de verde son admitidos.
No existe relación entre el color de los ojos y su pelaje, excepto en los gatos blancos que pueden tener los ojos azules o uno de cada color. Como gato rústico que es, el Maine Coon esta equipado con un pelaje suficientemente abundante como para protegerlo de la intemperie y tiene una ligera capa de bajo pelo. Su mantenimiento es fácil.
A su manto se le llama de media longitud ya que tiene una longitud irregular en las diferentes partes del cuerpo.

Caracterización [editar]
Numerosos autores han definido la domesticación:
Price (1984) lo hace diciendo: "La domesticación es un proceso mediante el cual una población animal se adapta al hombre y a una situación de cautividad a través de una serie de modificaciones genéticas que suceden en el curso de generaciones y a través de una serie de procesos de adaptación producidos por el ambiente y repetidos por generaciones".
En esta definición el autor habla de una adaptación evolutiva gradual al ser humano y a condiciones ambientales nuevas (encierro), con lo cual indica que el proceso conlleva largos períodos de tiempo y el paso de numerosas generaciones, para que estos cambios se fijen genéticamente, sean modificaciones en el comportamiento, en la morfología, fisiología o embriología del ser vivo.
Zeuner (1963), reconoce cinco etapas fundamentales dentro del proceso de domesticación:
En la primera etapa, la unión hombre-animal es muy débil y son frecuentes los cruces de las formas mantenidas en cautividad con las formas salvajes originarias, siendo el control que el hombre ejerce sobre el animal, muy reducido.
En la segunda etapa, el hombre comienza a controlar la reproducción de los animales y seleccionarlos para reducir sus dimensiones y aumentar las características de docilidad, para poder manejarlos mejor. En esta fase, es importante evitar el cruce con las formas salvajes, para mantener y fijar las características deseadas.
Seguidamente, el hombre comienza a demostrar un interés creciente hacia la producción de carne, y se da cuenta de la utilidad que supone el aumento de las dimensiones de los animales de cría.
Inicia esta tercera etapa de trabajo para volver a cruzar las formas domésticas, más pequeñas, con las formas salvajes, más grandes, poniendo atención en mantener las características de docilidad previamente seleccionadas.
En la cuarta etapa, el interés por los productos de origen animal, unido a la creciente capacidad del hombre para controlar a los animales de producción conduce, mediante un largo trabajo de selección, a la creación de razas especializadas con diferentes aptitudes productivas, que garanticen un aumento en la producción de carne, lana, leche, etc.
En este momento entramos ya en la quinta etapa, en la que resulta absolutamente necesario evitar los acoplamientos de la forma salvaje con las razas domésticas especializadas. Por tales motivos, se realiza una actividad de control numérico de la población salvaje, que en tales casos conlleva nada menos que al exterminio de las formas salvajes y, en el mejor de los casos, a su asimilación dentro de las formas domésticas.
Hart (1985) indica que actualmente nos encontramos hoy frente a la sexta etapa del proceso de domesticación, en el que las características comportamentales y genéticas de los animales de producción se han visto modificadas hasta tal punto que han perdido la capacidad de sobrevivir y de reproducirse sin la intervención del hombre. Sin embargo, si bien es verdad que nuestros animales domésticos han perdido muchas de las características que les posibilitan adaptarse a la vida en la naturaleza, es también cierto que algunas de estas características pueden ser readquiridas, como sucede en el proceso de readaptación a la vida salvaje.

Domesticar y domar [editar]
En primer lugar, es necesario establecer la diferencia que existe entre los términos domesticación y doma, indican dos procesos diferentes, que a menudo se confunden. La diferencia entre los dos términos es evidente en idioma español y en el inglés.
El término domar en español se refiere a enseñar ser obediente a ciertas órdenes a los animales rebeldes, sean silvestres o domésticos. Domesticación es un proceso largo en el que se adapta una especie para vivir en cautividad dependiendo del ser humano.
El término inglés tame o domado se refiere a individuos mansos, dóciles, producto de un trabajo hecho por el hombre pero cuya reproducción no se somete a selección artificial, con intención de lograr mansedumbre, como en los animales domésticos. Ya Darwin (1859 y 1868) manifestaba que Domestication is more than taming, esto es, que: Domesticar es más que domar. Con el término doméstico (domestic en inglés) se hace referencia a animales que, por selección directa del hombre, adquirieron características genéticas, morfológicas, fisiológicas, y de comportamiento diferentes a las que tenían sus progenitores silvestres.
La doma, en ambos casos, hace referencia a individuos y no a poblaciones (conjunto de individuos), mientras que la domesticación involucra a poblaciones enteras. Por ejemplo, Se puede domar a los leones, tigres o panteras, pero no se puede decir que sean especies domésticas. La diferencia entre las dos lenguas es que en inglés los animales domados se reproducen en poblaciones silvestres, resultando dificultoso en condiciones de cautiverio, pero en español, la doma también se refiere a ciertas especies domésticas, como los caballos.
Pero como se puede observar a numerosos autores que hablan del proceso de domesticación en el caso de las abejas las fases transcurrieron, pero la línea divisoria entre abejas domésticas y silvestres es muy fina. A pesar de haber seleccionado las colmenas durante miles de años todos los apicultores son conscientes de que cuando su mejor colmena en mansedumbre desea dejar su cómoda casa a cambio de un hueco de árbol lo hace sin mayores problemas y en numerosas oportunidades sobrevive sin mayores inconvenientes. Lo cual podríamos definir como un alto grado de readaptación a la vida silvestre.
El proceso de domesticación se logra por selección artificial de caracteres tanto genotípicos como fenotípicos que el hombre selecciona, mediante exhaustivos cruzamientos y una serie de lentas modificaciones acumuladas en el tiempo.
La readaptación a la vida silvestre (asilvestramiento) de una especie doméstica, es el procedimiento contrario en el que la especie doméstica va perdiendo a mayor o menor velocidad los caracteres seleccionados artificialmente, al verse sometida al proceso de selección natural que sin duda favorece aquellos caracteres más adecuados para que la especie viva en forma libre sin los cuidados pertinentes que el ser humano dispensaba. Una conducta agresiva puede ser muy ventajosa para la abeja al momento de encontrarse con un predador, que ataca su colmena. Readaptarse a la vida silvestre o al estado primigenio de la especie en el tiempo, dependerá en gran medida de las modificaciones genéticas experimentadas en el proceso de domesticación. Cuanto mayores fuesen los cambios alcanzados en el proceso de domesticación mayor será el tiempo de readaptación y la cantidad de generaciones que deberán transcurrir para volver a ser un animal silvestre. Y es posible que muchas especies que el hombre ha domesticado difícilmente lograrían volver a la vida silvestre.

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